Aprender un nuevo idioma puede ser difícil, o al menos requiere de mucho tiempo. Pero hay, por supuesto, maneras diferentes para ayudarte a facilitar el proceso.
Es posible que hayas escuchado que un viaje largo a un país donde no hablas el idioma puede ayudarte a aprenderlo. Ahora bien, eso es cierto, pero puede ser una sensación sobrecogedora decidir pasar meses o años en un lugar donde solo se puede hablar un poco, o nada, a los que viven allí.
Por supuesto aprendes mejor en un país diferente porque te obligas a practicar el idioma por necesidad. Pero también hay otra razón por la que se vuelve más fácil, algo que puedes replicar en casa antes de irte: exposición pasiva.
La exposición pasiva, así como suena, es escuchar un idioma sin escucharlo activamente. Básicamente, siempre y cuando hayas estudiado algo, tu cerebro es capaz de percibir y prestar atención, fortaleciendo así tu comprensión de lo que has aprendido, incluso si solo se trata de un ruido de fondo.
Es posible que hayas notado este fenómeno si has visto películas animadas con una voz japonesa o películas francesas con subtítulos. Puede que no estés estudiando francés o japonés, pero puede ser que hayas reconocido alguna frase o palabra ocasional aquí y allá. Si estuvieras estudiando uno de los dos, tu comprensión del idioma podría mejorar mucho, incluso si te concentras más en los subtítulos que en el idioma original. A esto es lo que llamamos “la exposición pasiva”.
Por supuesto, las películas no son la única manera de exponerte a idiomas extranjeros, también puedes escuchar la radio, podcasts, música y televisión en el idioma que estás aprendiendo. Te ayudará, incluso si no te estás enfocando realmente en ellos, y están simplemente en segundo plano.
Es cierto que no aprenderás un idioma solamente a través de este método. Todavía tienes que enfocarte, leer y estudiar, ojalá todos los días. Pero si eso todavía se siente como un desafío, siempre puedes viajar para aprender; después de todo, puede que sea la forma más sencilla.