El 29 de marzo, el Gobierno del Reino Unido activó el artículo 50 del Tratado de la Unión Europea, comenzando con el proceso por el cual el Reino Unido se desvincula de la UE.
Puesto que ningún estado miembro ha abandonado la UE, no queda claro cuáles serán los efectos a largo plazo de esta decisión. Sin embargo, a corto plazo, la expectativa es que el gobierno británico pase los siguientes dos años, hasta abril de 2019, organizando nuevos acuerdos (como los acuerdos comerciales) con los estados miembros y tal vez fuera, con países del Commonwealth como Australia, Nueva Zelanda y Canadá.
Con tanta incógnita sobre lo que sucederá, especialmente en lo que respecta a los acuerdos que el Reino Unido tendrá que hacer para disminuir el efecto de la falta de acuerdos que se producirán después del Brexit propiamente dicho, puede ser difícil predecir los efectos sobre los individuos.
Sin embargo, considerando que una de las preocupaciones más importantes para los votantes británicos era la de la inmigración, ese tema sin duda estará en la vanguardia de las negociaciones. Un área que es de gran sensibilidad para todos es la de la educación internacional. Gran Bretaña se enorgullece de tener uno de los mejores sistemas educativos del mundo, así como varias de las mejores universidades del mundo.
Además, el número de estudiantes internacionales es algo de orgullo y valor tanto para el pueblo británico como para el sistema político británico, y ha habido indicios de que la inmigración por la que votaron los británicos al decidir dejar la Unión, no es vinculada a la de estudiantes o personas calificadas y valoradas.
También ha habido poco indicio de que habrá un rechazo de los estudiantes internacionales por parte del público británico, el gobierno o las instituciones.
De hecho, con la ruptura de lazos con la Europa continental, existe la esperanza de que el gobierno británico introduzca mayores libertades para los estudiantes, con la intención de seguir alentándolos a elegir el Reino Unido. Estos pueden incluir una aplicación simplificada de visado, prácticas de trabajo o incluso una reducción de los honorarios y matrículas.
El gobierno escocés, por ejemplo, ha confirmado que la matrícula gratuita continuará para los estudiantes de la UE que estudien hasta por lo menos el 2022.
Como se sugirió, mucho de lo que el gobierno británico y el sistema universitario decidan hacer, dependerá del progreso de los acuerdos de comercio y libertad de movimiento que se producirán durante los próximos dos años.
Independientemente de lo que suceda, se puede estar seguro de que la reputación, las instalaciones y las relaciones de las universidades británicas se mantendrán fuertes y dispuestas a alentar a los estudiantes globales a sus costas.
A pesar del aparente camino confuso y oscuro que hay por delante, todavía queda mucho optimismo de que Gran Bretaña seguirá siendo uno de los países más acogedores y de apoyo para la educación internacional en el mundo.