Conseguir una beca para estudiar en Nueva Zelanda es una experiencia educativa que cambiará tu vida: "no solamente tuve la oportunidad de mejorar mi inglés, sino que también fui capaz de entablar amistades con gente de todo el mundo y crecer como persona", cuenta Javiera, que estudió en un colegio en Cashmere High School.

 

por Javiera Jorquera Ríos,

Hay diversas razones que me hacen creer que haber ganado la beca del Programa Pingüinos Sin Fronteras ha sido la mejor de las suertes que he tenido en toda mi vida. No solamente tuve la oportunidad de mejorar mi inglés en otro país, sino que también fui capaz de entablar amistades con gente de todo el mundo, crecer como persona, aprender sobre la cultura de Nueva Zelanda y valorar a la gente y cultura de Chile.

Fui recibida con los brazos abiertos por una familia escocesa que vive en Nueva Zelanda desde hace ya varios años. Ellos realmente me hicieron sentir cómoda desde el principio; me ayudaron en todo lo que pudieron, fueron muy acogedores y verdaderamente unos buenos padres para mí. En esta casa también había otra estudiante de intercambio japonesa llamada Miyu, la cual con el tiempo pasó de ser una hermana postiza a mi mejor amiga en NZ. En mis tiempos libres nos la pasábamos en mi cuarto viendo anime, hablando, ella intentaba enseñarme algo de japonés y yo intentaba enseñarle algo de español. Pude aprender algunos aspectos de su cultura y yo le enseñé algo sobre la mía.

Fui afortunada al tener otros amigos internacionales, muchos de los cuales siempre tendré en mi corazón por los buenos ratos que tuvimos juntos y el apoyo que tuvimos entre nosotros. Creo que como todos dejamos nuestros hogares atrás, aunque sea por poco tiempo, todos sabíamos cómo se sentía la nostalgia y las ganas de aprovechar al máximo el tiempo en este hermoso país.

estudiar en nueva zelanda

No puedo dejar de mencionar a mis otros compañeros pingüinos chilenos. Los lazos que formamos entre nosotros difícilmente serán rotos. Pude llegar a conocer gente de todo Chile; desde bien al norte hasta del sur del país. Vivimos gratos momentos y recorrimos todos los lugares más característicos de Christchurch.

Quedarán en mi memoria las amigas kiwi que hicieron mis días en Cashmere High School muy agradables. La gente de este país resultó ser muy amable y ninguna sola vez fui discriminada; acogen de muy buena manera a toda la gente de distintos países. Aquí también pude aprender sobre los nativos de Nueva Zelanda llamados Maorí.

Mi vida de estudiante en Cashmere High School fue bastante buena. Todos en la oficina internacional fueron amables con nosotros, nos llevaron a conocer un poco de Christchurch, siempre fueron muy atentos en cuanto cómo estábamos llevando el cambio de escuela y país, y cómo iban las cosas con nuestra hostfamily. Los demás estudiantes se mostraron interesados en nosotros en un principio y resolvían todas nuestras dudas.

Lo único negativo de mi experiencia en el colegio fue el hecho de que no pude elegir mis clases, solamente pude cambiar un ramo de los seis que me tocaron. Esto fue porque nos dijeron a mí y a mis otros dos compañeros chilenos que como veníamos recién incorporándonos a mitad de año, muchas de las clases estaban llenas o era necesario que hubiésemos entrado a esas clases a principio de año. Por esto no pude tomar ni drama ni cocina, ramos que mi colegio chileno no tiene y que yo estaba muy interesada en tomar cuando me dijeron que entraría a CHS. Aun así disfruté de las clases de tuve y los profesores fueron buenos en todo sentido.

Ahora cuando vuelva a Chile sé que no llegaré con las manos vacías, sino que llevaré conmigo todo lo que he aprendido en este viaje, desde cultura maorí y neozelandesa, hasta lecciones de vida que no olvidaré jamás.

 

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